¡Hola!

 

Soy Irene P. Martín y estoy aquí para acompañarte en tu viaje de autodescubrimiento, ofreciéndote herramientas sencillas que te aporten claridad y, sobre todo, serenidad en el aparente caos que supone todo viaje de este tipo. Si estás aquí, quizá es porque te sientes más o menos así:

  • Inquieta. Aparentemente en tu vida todo está más o menos bien, pero algo te falta y no sabes muy bien qué es. Puede que estés estresada, insatisfecha y con cierta sensación de que estás viviendo una vida que no es la que realmente quieres vivir.
  • Confusa, desconectada. Sabes que tienes que hacer algún cambio en tu vida pero sin saber bien cuál ni por dónde empezar.
  • Asustada. No sabes bien cómo encajar tus incipientes intereses espirituales en tu vida real, en tu día a día. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Voy a perder a mis amistades? ¿Qué va a pensar mi familia?

Independientemente de que estos estados te describan más o menos, lo que sí es seguro es que quieres empezar a trabajarte, a conocerte, a mirar hacia adentro. Quieres saber quién eres, cómo quieres que sea tu vida y qué tienes que ofrecer al mundo. Quizá no lo sabes todavía, pero eso, para mí, es la clave de la espiritualidad. Por eso, mi propuesta se basa en las herramientas que a mí más me han ayudado a lidiar con todo este proceso de autoconocimiento, con las luces y las sombras. Es un viaje que nadie puede hacer por ti, pero puedes ir acompañada.

 

¿Por qué hago lo que hago?

Soy mamá, emprendedora, y vegana, y empecé mi viaje de autodescubrimiento a raíz de una sucesión de crisis personales. Llegó un momento en que me di cuenta de que no sabía quién era ni qué quería hacer con mi vida, así que sé de primera mano lo que significa sentirse totalmente perdida. Estamos en constante cambio y en constante evolución, por eso es clave aprender herramientas que nos ayuden a encontrarnos y a comunicarnos con nuestra brújula interna.

Describe muy bien mi filosofía de vida este mantra:

Lokah Samastah Sukhino Bhavantu

· Que todos los seres en todas partes sean felices y libres, y puedan los pensamientos, palabras y acciones de mi propia vida contribuir de alguna manera a la libertad y a la felicidad para todos ·

 

En qué me diferencio

  • Coherencia. Tengo muy claros mis valores y vivo y trabajo muy alineada con ellos.
  • Sencillez. No me gustan los líos ni las grandes complejidades, así que tiendo a ser lo más clara y sencilla que puedo. Tengo mucha tierra.
  • Honestidad. Soy absolutamente transparente. Hace años tomé el compromiso conmigo misma de ser sincera siempre.

 

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Nací en Madrid en 1984, soy Aries, y quizá te sorprenda saber (dicen que no me pega) que soy Licenciada en Administración y Dirección de Empresas y Máster en Mercados Bursátiles y Derivados Financieros y que trabajé más de 11 años en una entidad financiera.

Llegué al Yoga y al Reiki un poco por «casualidad», como respuesta a una crisis personal importante que sufrí poco antes de cumplir los 30, causada por una serie de experiencias (entre ellas una ruptura de pareja) que me habían dejado la autoestima por los suelos y un elevadísimo nivel de ansiedad y de sensación de desamparo, soledad y tristeza.

Enseguida noté que la práctica de Yoga y meditación me estaba ayudando a recuperar la conexión conmigo misma, conexión que había perdido por completo y que hasta ese momento no me había dado cuenta de lo imprescindible que es para estar en paz. Entonces empecé también a practicar Reiki, y, aunque no noté sus efectos de inmediato, lo que sí puedo decir ahora al mirar atrás es que esta práctica me estaba ayudando, casi de forma inconsciente, a sentirme más conectada con todo lo que me rodea, acabando de una forma muy sutil con el sentimiento de desamparo y soledad.

El giro profesional

Tras varios meses de de práctica intensiva y proceso terapéutico continuo, comencé a recuperar la alegría y la sensación de estar redescubriéndome, encontrando una Irene más alineada y más coherente con lo que siento que soy y liberándome poco a poco del personaje que me había construido como respuesta a expectativas y patrones más ajenos que propios. Así es que decidí comenzar a formarme en estas disciplinas con el objetivo de dedicarme profesionalmente a ellas, al descubrir que mi camino de vida se sostiene también en la entrega y el servicio a los demás. También por esa época empecé el blog que supuso el nacimiento de Loto Verde.

La cara B de todo este renacimiento era el malestar que empezaba a ser palpable en el terreno profesional, dado que me sentía cada vez más alejada de los valores de mi empresa y de mis compañeros, por lo que la fricción en mi interior me empezó a pasar factura. En enero de 2018 sufrí una pequeña crisis de agotamiento y ansiedad que me tuvo dos meses de baja y terminó con la decisión de dejar mi trabajo y emprender por mi cuenta (para disgusto de mis padres, todo sea dicho).

Poco después, abrí un centro de Yoga y Crecimiento Personal en Madrid, proyecto que inicié con muchísima ilusión y algo de miedo, porque daba luz y forma a un proyecto que se había estado gestando en mí durante ya un par de años, pero también me ponía delante mis oscuridades: el miedo al fracaso y a la inestabilidad, y mi neurótica necesidad de demostrar que era capaz de salir adelante y hacerlo todo bien. Pero ¡ay!, la vida tenía otros planes para mí.

El salto al terreno digital

Y es que en marzo de 2019 descubrí con mucha alegría que estaba embarazada, así que la idea de llevar yo sola un centro como el que tenía en marcha se complicaba, porque ni estaba lo suficientemente consolidado como para poderme permitir contratar ayuda, ni yo me iba a poder hacer cargo de todo con un bebé en camino, y mucho menos cuando ya hubiera nacido la criatura. Ser mamá y emprender no es cosa fácil, así que decidí cerrar el centro, decisión que, te seré sincera, me dejó un sabor muy agridulce y una cierta sensación de vértigo mezclada con desilusión, lo que también requirió su correspondiente proceso de duelo.

Ese verano nos mudamos a una casita en un pueblo de la Sierra Oeste de Madrid, ya que nuestro mini piso en el centro se quedaba ya muy pequeño para toda la familia (que en aquel entonces era, además de nosotros dos y el bebé, dos perros y dos gatos) y la ciudad se nos hacía ya muy densa. Y es aquí cuando me surge la necesidad de hacer otra nueva transformación en mi emprendimiento, que ya requería dar el salto a terreno digital.

Para rizar más aún el rizo, dos semanas después de terminar mi baja por maternidad llegó a nuestras vidas la pandemia de 2020, que se me presentó como un nuevo reto, pero también como una oportunidad de embarcarme de lleno en la aventura digital. A partir de ese momento, todas las clases, cursos y actividades que imparto, tanto de Yoga y meditación como de Reiki, empiezan a ser ya en formato online.

Como ves, mi aventura por el mundo del emprendimiento no ha estado exenta de sinsabores, y siempre he tenido la sensación de ir sorteando barrearas y obstáculos. Pero, ¿sabes qué? Que nunca he perdido las ganas ni la certeza de estar en el camino correcto. Ha sido a veces duro, sí, pero casi siempre he conseguido mantenerme serena y con la mente clara, muy enfocada en mi objetivo, que es dedicarme al Yoga y al Reiki para contribuir a crear un mundo más sensible y más consciente, más empático y más respetuoso y compasivo.

Me preguntaron una vez qué le daría al mundo si pudiera ofrecer un regalo. No lo dudé. Regalaría a todos los seres paz interior.

Un poquito más sobre mí…

Si fuera…

  • … una Esencia Floral, sería Water Violet.
  • … un asana, sería Vrksasana, la postura del arbol.
  • … un símbolo de Reiki, sería el Hon Sha Ze Sho Nen.
  • … un chakra, sería Anahata.
  • … un mantra, sería Lokah Samastah Sukhino Bhavantu.
  • … un elemento, sería el Fuego.
  • … una nota musical, sería La.
  • … un animal, sería un gato.
  • … un mineral, sería cuarzo.
  • … un color, sería el verde.
  • … un estilo de vida, sería el veganismo.

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