1. ¿Qué es el estrés?
El estrés es un mecanismo natural del organismo que nos prepara para dar respuesta a una situación percibida como peligrosa, nueva o de gran exigencia. Tradicionalmente se habla de la reacción de lucha o huida ante un estímulo potencialmente peligroso.
- A nivel físico: segregación de adrenalina y cortisol, aumento del ritmo cardiaco y respiratorio, dilatación de las pupilas, activación del sistema nervioso simpático, aumento de la tensión sanguínea (llevar combustible a músculos del aparato locomotor), inhibición del proceso digestivo, inmune, reparador, reproductor…
- A nivel mental/emocional: estado de alerta, activación del sistema límbico y reflejo, aumento de las respuestas dirigidas por el subconsciente y no por la lógica neocórtex.
Esta es una respuesta natural y, por lo tanto, beneficiosa, ya que nos prepara para dar una respuesta rápida y contundente que tiene por objetivo último la propia supervivencia.
También podemos hablar de estrés positivo o eustrés (frente al negativo o distrés), que es el que se activa para dar una respuesta a un estímulo percibido como positivo pero exigente (un nuevo trabajo, un proyecto, algo que nos emociona o entusiasma).
El problema viene cuando este estado de alerta se cronifica, manteniéndose activo en momentos en los que no sería necesario, y dando lugar a cuadros de estrés crónico o ansiedad, que sí son perjudiciales para la salud.
2. Efectos nocivos del estrés sobre el cuerpo a nivel holístico
Los efectos perjudiciales del estrés crónico, es decir, sostenido a largo plazo, son muchos y muy diversos, afectando en mayor o menor medida a todas las dimensiones del Ser.
- A nivel físico. Debilitamiento y alteración funcional del sistema inmune y endocrino, alteración del sistema respiratorio (se vuelve ineficiente), exceso de oxidación celular (envejecimiento prematuro) y desgaste de tejidos, ineficiencia del sistema digestivo (malas digestiones, con la consecuente dificultad para asimilar nutrientes y eliminar toxinas), hipertensión, ineficiencia del proceso de reparación de tejidos (heridas que no cicatrizan, exceso de caída de cabello, problemas de la piel como manchas, eccemas, dermatitis, etc…), alteraciones del ciclo menstrual, alteraciones del sistema reproductor (infertilidad), excesivo desgaste del sistema nervioso (migrañas, problemas para dormir), sensación de falta de vitalidad, entre otros.
- A nivel mental/emocional. Inestabilidad del estado anímico (cambios bruscos en el estado de ánimo, irritabilidad, tristeza), dificultad para concentrarse, sensación de agotamiento y fatiga mental, sensación de embotamiento y confusión mental, exceso de actividad mental, inquietud, nerviosismo, agitación, dificultad para descansar, dificultad para relacionarse de forma satisfactoria, cuadros depresivos, sensación de desbordamiento emocional, reactividad…
- A nivel energético. Sensación de baja vitalidad y energía, interrupción del flujo energético libre y armónico, bloqueo de centros energéticos, sensación de densidad y baja vibración en una misma y en el entorno, campo electromagnético disminuido, bloqueado o reducido, mayor permeabilidad y debilidad del aura, mayor vulnerabilidad ante energías densas o parásitas.
- A nivel espiritual. Sentimiento de insatisfacción vital, de desarraigo, de desconexión con una misma y con lo demás. Sentimientos de soledad profunda, crisis existencial. Sentimiento de falta de coherencia interna, de falta de sentido, desasosiego interior. Dificultad para avanzar en el camino de evolución personal y desarrollo espiritual. Exceso de materialismo y pragmatismo, estancamiento en el desarrollo de la conciencia.
3. Estrés y emprendimiento. Estresores habituales.
Cuando hablamos de emprendimiento, la palabra estrés está muy presente. Parece que poner en marcha un proyecto personal es un camino de rosas porque “haces lo que te gusta”, pero, en la mayoría de los casos, acabamos asumiendo un nivel de ansiedad elevado, causado por estos factores principalmente:
- Carga de trabajo, tanto si es excesiva como si es demasiado poca (esto también estresa, la sensación de inestabilidad, el miedo a no llegar a fin de mes, la presión por encontrar clientes…)
- Dificultad de poner horarios y tomar descansos y vacaciones: todo se acaba convirtiendo en trabajo y nos cuesta separar espacios y tiempos. No desconectamos nunca, lo que implica una gran energía y desgaste mental y emocional.
- Bloqueos creativos (no sé cómo aterrizar mis ideas o directamente siento que me faltan) o dificultad para seguir una línea estratégica clara (no sé cómo hacer, cómo seguir, para dónde tirar…)
- Factores emocionales: miedos, sensación de inestabilidad, frustración, síndrome del impostor, autoexigencia…
- Emprendimiento y m(p)aternidad, cuando nuestro proyecto es un hijo más y las necesidades de ambos parecen ser difíciles de atender porque parecen estar enfrentadas (aparecen la culpa, la sensación de desatender a uno si atiendes al otro, contratiempos…)
4. ¿Qué podemos hacer?
Cuando aparecen períodos fuertes de estrés, es importante que no caigamos en lo que, al menos para mí, son los errores más frecuentes para conseguir una gestión eficiente y duradera en el tiempo del estrés:
- Normalización, negación o no ser consciente (no darle importancia por sentir que es normal). Es importante reconocer el estrés y atenderlo.
- Abuso de medicación para aliviar los síntomas (digestivos, nerviosos, dificultad para dormir y descansar, dificultad para concentrarse…). Tenemos que ir a la raíz.
- Alimentación y hábitos compulsivos o insanos (tabaco, alcohol, consumismo, relaciones no nutritivas). Dan una falsa sensación de alivio, que es temporal, pero a la larga empeoran los efectos del estrés.
- Deporte de impacto excesivo. Tenemos la falsa creencia de que este tipo de ejercicio dinámico y exigente nos ayuda a canalizar o liberar energía, pero la realidad es que estamos llevando al cuerpo al límite, añadiendo estrés físico al estrés mental y emocional, empeorando una situación de sistema nervioso simpático hiper-activado. Lo ideal es llevar a cabo actividades que nos ayuden a relajarnos.
- Concebir el descanso/sueño como pérdida de tiempo. Descansar y dormir bien es vital.
- Perder el contacto con la naturaleza, que es el mayor regulador. Eliminar tiempos de salir al exterior y de contacto con la quietud de la naturaleza es un error grande.
- Organizarse en exceso para intentar encajar todo en la agenda. No se trata de hacer encaje de bolillos con la agenda, sino de quitar cosas que no son importantes ni urgentes.
- Abuso de tecnología para “desconectar” (redes sociales, Netflix, etc). Nuevamente, estamos estresando el cuerpo.
- Priorizar la actividad frente al silencio, lo que nos genera una falsa sensación de estar resolviendo (y controlando) el problema. El mejor antídoto contra el estrés es la pausa, el cese de sobre-estimulación.
Si te das cuenta, todos estos errores tienen un nexo común, un hilo conductor: el estilo de vida moderno y desnaturalizado, exigente, que concibe el éxito como un atesoramiento de logros productivos, económicos y relacionales (soy tanto más exitosa cuanto más trabajo tengo, más dinero gano, más relaciones sociales alimento, más actividades y deportes hago).
Por eso, creo firmemente que el mejor antídoto contra el estrés, el que perdura en el tiempo, es que nos cuestionemos y nos replanteemos nuestro estilo de vida, nuestras prioridades y nuestras necesidades reales (necesidades básicas, sociales y de autorrealización), que volvamos a conectarnos con los ritmos naturales, que son cíclicos y estacionales. Que nos reservemos tiempos de descanso, de silencio, de reflexión. Que aprendamos a priorizar, que atendamos los factores emocionales que nos llevan a querer correr tanto y llegar a todo. Y por supuesto, no dejar todo eso en la mente, sino bajarlo a tierra, tomando decisiones encaminadas a conseguir cambios de impacto en la forma en que vivimos.
Cada vez hay más estudios que demuestran que el contacto con la naturaleza y con nuestro mundo interior son vitales para una salud mental óptima. Por eso, yo soy partidaria de atender los estados de estrés y ansiedad excesivos desde un enfoque natural y holístico (que atiende a todas las dimensiones del ser: física, mental, emocional, energética y espiritual).
Lo más importante, para mí, es reflexionar y reevaluar si detrás del estrés hay ciertos miedos y cambios que no nos atrevemos a hacer, y desmontar el origen (por ejemplo, si estoy trabajando en exceso por miedo a no llegar a fin de mes, a decepcionar, etc, trabajar ese miedo de fondo, así ese factor estresor desaparece porque empezamos a trabajar en su justa medida). Un cambio de estilo de vida en el que logremos encajar las actividades productivas (hacer) con las actividades nutritivas (ser), desde la tranquilidad, la serenidad, la claridad y la calma, pero sobre todo, desde la coherencia interna (¿Quién soy? ¿Qué quiero para mí y mi familia? ¿Qué quiero aportar al mundo?).
5. Pautas para aliviar el estrés y sus síntomas a corto plazo
Por último, me gustaría darte unas pautas para que puedes aliviar los efectos del estrés a corto plazo (sin dejar de lado la reevaluación de estilo de vida de la que hemos hablado):
- Incorpora la respiración consciente siempre que puedas (en la ducha, en el transporte público, en el trabajo). Te ayudará a cargarte de energía y aumentar tus niveles de resiliencia.
- Dedícate 5 minutos al día a estar en silencio, observarte y sentirte (idealmente meditar, pero puede ser con el café de la mañana, antes de dormir, o mientras haces una tarea rutinaria que no te suponga mucha atención mental)
- Haz ejercicio suave/moderado al menos dos veces por semana (si no tienes mucho tiempo, aprovecha algún trayecto que hagas para caminar)
- DUERME al menos 7 horas al día.
- Apóyate en herramientas naturales para aumentar tu bienestar y mejorar tu estado físico y emocional siempre que lo necesites (mis favoritos son los aceites esenciales, el Yoga y el Reiki).
- De vez en cuando, reflexiona sobre los aspectos que he comentado en este artículo y toma decisiones que te ayuden a satisfacer tus necesidades reales.
6. ¿Sabes cómo puedo ayudarte?
Si te has reconocido en este artículo, puedo acompañarte. Las herramientas que utilizo actualmente son el Yoga, el Reiki y la aromaterapia. ¿Cómo decidirte por una u otra?
- Si necesitas bienestar físico, mover el cuerpo, ganar movilidad, flexibilidad, tono… te aconsejo el yoga.
- Si te apetece una práctica más íntima y sutil, si lo que necesitas es armonía energética y estar en conexión contigo misma, te aconsejo el Reiki.
- Si necesitas una herramienta que te ayude a lidiar de forma rápida y sencilla con los efectos del estrés o cualquier otro malestar físico o emocional, algo que puedas llevar en el bolso y utilizarlo en cualquier situación, prueba los aceites esenciales.
Haz clic aquí y elige por dónde quieres empezar. También puedes ponerte en contacto conmigo y juntas vemos qué opción es la mejor para ti.
Con el deseo de que este artículo te sirva de ayuda.
Hari Om Tat Sat,
Irene.