Hace días que no escribo en el blog. Podría poner mil excusas, pero las razones de mi ausencia han sido fundamentalmente dos: por un lado, la puesta en marcha de nuevos cursos e intercambios de Reiki, con la correspondiente actualización de la web (que para una persona lega en la materia como yo, lleva tiempo) y, por otro, la falta de una idea clara de lo que contar, algo que resultara interesante y que aporte valor a estas temáticas con las que me muevo. Los que me seguís en Facebook y en Instagram me habréis visto algo más activa en octubre, eso sí 😉

Lo que hoy quiero contaros, precisamente, es cómo fue el Intercambio de Reiki que organizamos en Gangadhara el sábado pasado, porque lo cierto es que salí tremendamente feliz, renovada, con muchas ganas de continuar en esta dirección. Hacía tiempo que no me sentía tan ilusionada con algo como lo estoy con este proyecto, y cada pasito que voy dando y la buena acogida que va teniendo me reconecta, me llena de gratitud y de energía (esa energía que a veces siento que me falta, esa sensación de «no me da la vida para todo»).

 

Puesta en marcha

La idea estaba clara: ¿por qué no organizar un intercambio en el que la gente pueda venir a practicar y, los que no practican, a conocer qué es Reiki? Muchas veces, nos iniciamos en Reiki (o en cualquier otra cosa) y, una vez que nuestros familiares y amigos se han cansado de nosotros, lo dejamos un poco abandonado, no volvemos a practicar. Un autotratamiento de vez en cuando, y poco más. Nos falta la oportunidad de aplicarlo a otras personas, de aclarar dudas, de compartir experiencias… Y si no practicamos y no sabemos muy bien lo que es, quizá sí hayamos oído que es una técnica que se aplica en hospitales, o alguien nos ha hablado de ello pero no tenemos muy claro en qué consiste y nos pica la curiosidad. Metemos todo esto en una coctelera, y ya tenemos nuestro encuentro: para unos, la oportunidad de practicar y compartir; para otros, la oportunidad de conocerlo; para mí, la oportunidad de difundirlo y de empezar a creerme mi Maestría, que, aunque iniciarte como maestro no te obliga a enseñarlo, pues oye, me llena de ilusión hacerlo.

Así que tocaba ponerse las pilas y difundir, un poquito por Facebook, un poquito en los herbolarios del barrio, por aquí y por allá, y yo pensando que estaría bien si fuéramos 5 o 6 personas. Cuál sería mi sorpresa al verme, de repente, prácticamente desbordada. Fueron 14 personas las que se apuntaron al encuentro, y otras 3 ó 4 a las que tuve que decir que ya no había sitio y que en noviembre haríamos otro intercambio. ¡Para ser la primera vez, me parece que está fenomenal!

 

El día del encuentro

Ya sabéis que lo mío son las flores, bueno, pues no podía desaprovechar la ocasión para probar los magníficos efectos de las Orquídeas del Amazonas, estas esencias florales que, a diferencia de las demás, que trabajan desarrollando las virtudes opuestas a las dificultades emocionales que tenemos, nos ayudan a expandir nuestra conciencia. Para esta ocasión, escogí cuatro:

  • Amazonas. Esta esencia nos ayuda a fluir como el río que le da nombre, me muevo con lo que hay y lo acepto tal cual es. Andreas Korte, su elaborador, la asocia a la columna vertebral y al flujo energético que la recorre.
  • Amor. Mi Orquidea favorita. Según Susana Veilati, esta esencia está asociada a la apertura hacia la energía amorosa de curación presente en el universo, y se utiliza para el desarrollo consciente de la capacidad sanadora. Para Andreas Korte, la esencia facilita la propia conciencia humilde de ser un canal de Amor cósmico. No se me ocurre esencia mejor para cualquier terapeuta, especialmente si se trabaja con Reiki.
  • Ser Superior. «Soy la expresión de mi Yo Superior» (Korte). «Para quienes desean aprender a abandonarse al Ser Superior: la expresión interna de Dios, el maestro interior, la parte de uno mismo que se revela bella, tranquila, compasiva y sabia, nuestro estado real y natural en armonía con la Verdad y la Unidad» (Veilati).
  • Deva. «Para aquellas personas que saben que todo está impregnado de una misma conciencia y buscan la experiencia de la comunicación con otras y sutiles dimensiones de la existencia» (Veilati).

Otra esencia interesante que me habría venido bien pero que no tomé (porque no la tengo aún en casa) es Orquidea Canal, que desarrolla la percepción intuitiva, la capacidad evocativa y la comunicación medial. Vaya, definitivamente la tengo que incorporar ya a mi set.

Orquídeas Ser Superior, Amor y Deva

Seguimos con el encuentro, el asunto es que desde bien temprano por la mañana me armé con mi gotero de esencias y allá que me puse a hacer una impregnación como las que hacíamos en la formación de la Escuela de Terapia Floral Integrativa (qué bonitos recuerdos). Un paseo con mi perro por la naturaleza para rematar, y en seguida comencé a notar los efectos. A nivel físico, una sensación de expansión del corazón que casi duele, como si te hubieran metido un globo dentro de la caja torácica que no deja de aumentar su tamaño. A nivel energético, me rebosaban la fuerza, las ganas y la energía, me vibraba todo el cuerpo. A nivel emocional/mental, una gran alegría, una gran ilusión, y los escasos nervios que tenía se me fueron disipando poco a poco.

 

El encuentro

Y por fin llegó la tarde, y con ella, nuestro encuentro. Durante los primeros minutos estuvimos sentados en círculo para presentarnos, contar un poquito cuál era la experiencia con Reiki de cada uno y explicar, para los que no lo conocían, unas nociones básicas de qué es Reiki, cómo actúa, cómo fluye la energía por nuestro cuerpo… Y después, a practicar. Un par de camillas, unas sillas, y a compartir. Éramos 5 personas iniciadas y 10 no iniciadas, así que los que en esta primera ronda se quedaron sin recibir, podían tomarse una infusión, charlar, o participar también en las mini-sesiones, haciendo preguntas o poniendo sus manos sobre el cuerpo del receptor, a ver si podían sentir algo, como una primera toma de contacto de forma indirecta con esta energía universal del amor.

La verdad es que las dos horas que duró el encuentro volaron. Al final todo el mundo tuvo su pequeña sesión de reiki (excepto algún practicante que prefirió simplemente dar). El ambiente era muy bueno, se notaba la gran cantidad de energía y su capacidad armonizadora, y también se notaba el buen rollo de todos los asistentes. Hubo tiempo para resolver dudas, para aclarar conceptos, para hacer pruebas, para sentir. Una última ronda sentados en el círculo para cerrar, y dimos por finalizado el encuentro.

La verdad es que no tengo palabras para expresar lo feliz y agradecida que me sentí. Creo que nada pudo ser mejor de lo que era (¿será el efecto de Amazonas?). No sobró tiempo, no faltó. No sobró gente, no faltó. No sobró buen rollo, no faltó. Algunas de las personas que asistieron eran conocidas, tampoco faltaron sus palabras y gestos de cariño hacia mí, ni su ayuda, ni su apoyo. Muchos me preguntaron fecha para el próximo encuentro, algunos también para el curso de Nivel 1. Y yo, radiante de ilusión. Tanto fue así, que ni siquiera hice una sola foto que pudiera ilustrar estas palabras que escribo. No. No quería romper la magia del momento sacando el móvil, no quería plagar de artificialidad algo que se estaba basando en la espontaneidad y en el amor. Simplemente, no venía a cuento. Así que me conformaré con poneros aquí una foto lo más bonita que encuentre de cualquier otra cosa, para darle un poco de color al texto 😉 Pero el agradecimiento, la felicidad y la alegría no tienen color. Y si lo tienen… ¿será el amarillo? Como la Orquídea Amor.

 

Om Shanti Shanti Shanti.
Irene.

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