Todos tenemos alguna vez rachas en las que estamos más bajitos de ánimos. La apatía, la desesperanza y la resignación, en los casos más graves, pueden llegar incluso a desembocar en depresión. Hoy quiero centrarme sobre todo en Wild Rose, cómo puede ayudar el Yoga a las personas que caen en este estado y, como en un camino de ida y vuelta, cómo puede ayudarnos Wild Rose cuando este estado se apodera de nosotros en la propia práctica del Yoga.

Wild Rose es una de las esencias florales del tercer grupo bachiano: Falta de interés por las presentes circunstancias. En palabras del Dr. Bach:

“Para todos los que sin ninguna razón aparente se han resignado a todo lo que les sucede, y sólo se deslizan por la vida sin hacer esfuerzo alguno por modificar las cosas y encontrar un poco de felicidad. Sin quejarse, se han rendido en la lucha por la vida.”

Me gustaría llevar la atención a este “se han resignado a todo lo que les sucede”, porque en muchas ocasiones, disfrazamos de aceptación lo que en realidad es resignación, un “lo que tenga que ser será”, que puede estar cargado de dolor y que, por lo tanto, no supone fluir con la vida ni confiar en que todo sucederá como tenga que suceder, sino que es una idea producto ya de la desesperación. Este tipo de emociones entrarían ya en el terreno de esencias florales como Gorse (desesperanza) y Mustard (tristeza profunda), además de la propia Wild Rose.

Entonces, ¿cómo distinguir aceptación y resignación? Para mí la clave es el sentimiento subyacente que hay por debajo de esa actitud. Si hay confianza, ilusión, alegría, y vivimos las circunstancias indeseadas como una fuente de aprendizaje y una parte más del camino que estamos recorriendo, hablamos de aceptación. Esto es lo que hay y me adapto a ello de una forma proactiva, confiando en que todo lo que me sucede supone una oportunidad de crecimiento y puedo (y quiero) sacar partido de ello. Pero ojo, si lo que hay por debajo es resentimiento y amargura (aparece Willow), si lo que nos pasa es que se nos han quitado las ganas de seguir adelante (Gentian/Gorse), de esforzarnos, de trabajar, y vivimos las circunstancias como una batalla entre uno mismo y el destino en la que resultamos perdedores, ahí hay resignación. En la aceptación de un contratiempo no hay sensación de derrota, en la resignación, sí: “Sin quejarse, se han rendido en la lucha por la vida”. Aceptar supone seguir hacia adelante con desapego, resignarse es quedarse ahí enganchado en el lamento.

Ya sabéis que me gusta buscar asanas que puedan ayudarnos a superar estos estados emocionales de los que vamos hablando. En el caso de Wild Rose, que, como decíamos, es un estado caracterizado por la apatía y la resignación, pienso que lo que necesitamos es energía, concentración, confianza y poner los pies en el suelo para reanudar la marcha y sobreponerse a las dificultades. Faltan ganas y falta fluidez, y hay que ponerse las pilas. Y entonces no puedo evitar pensar en Surya Namaskar, el Saludo al Sol.

Y es que es el Sol el que nos carga de energía, de vida, el que nos nutre. Surya Namaskar es una secuencia muy energizante, vigorizante que, además, al estar el movimiento totalmente coordinado con la respiración, requiere de buena dosis de concentración y fluidez, y es precisamente esto lo que le falta a alguien en estado Wild Rose. A mí me recuerda a ese “fluir con el vaivén de la vida”, que se desarrolla como un baile transformador (Om Namah Shivaya), dejando que sea mi propia respiración la que dicte el compás, que sea mi cuerpo el que vaya serenando mis emociones y mi actividad mental que, de repente, parece que se para. Me encanta practicarlo y sentir cómo el cuerpo se va desentumeciendo, cómo la respiración va cogiendo ritmo poco a poco produciendo una especie de música que me acompaña y me guía y, al terminar, sentir mi pulso y el sonido del corazón que retumba en el pecho y en la cabeza… Nada Yoga.

También puede suceder que la depresión se produzca por causas hormonales. Sabemos que una disfunción de la tiroides puede provocar una segregación de hormonas en exceso o defecto (hiper o hipotiroidismo) que, a la larga, resulte en depresión leve, apatía, y otros malestares. En estos casos, me parece interesante la práctica de Sarvangasana y Halasana, dos posturas invertidas en las que, al estar el cuello flexionado, se ejerce una ligera presión en la garganta que masajea y estimula las glándulas tiroides y paratiroides. No entraré en detalles sobre su ejecución, simplemente destacar sus numerosos beneficios: estimulación del riego sanguíneo y el retorno venoso de las piernas, oxigenación del cerebro y los tejidos faciales, descongestión de los órganos del bajo vientre, alivio de tensiones musculares, calma del sistema nervioso… Cualquiera, pero sobre todo una persona con síntomas de depresión, se beneficiará claramente de todos estos efectos.

 

Wild Rose para el practicante de Yoga

Ahora vamos a centrarnos en la otra cara de la moneda. ¿Qué pasa cuando, como practicantes, llega el momento en que nos acecha la apatía? A veces perdemos motivación, perdemos ganas, perdemos fuerzas. Ya sea por ese asana que no sale, porque por algún motivo empezamos a aburrirnos y perdemos interés, porque la pereza comienza a hacer de las suyas y nos dificulta el meternos en esos terrenos farragosos que empezamos a pisar cuando llevamos un tiempo de práctica constante y voluntariosa… No olvidemos que la apatía es uno de los obstáculos en el camino del yoga, que es un camino repleto de luces, pero también de sombras. Entonces, si bien es verdad que cada caso merece un análisis personalizado (las esencias florales a contemplar son tantas como las distintas causas posibles de ese desinterés), si hablamos de apatía pura (Styâna), hablamos de Wild Rose.

El Yoga tiene la capacidad de sacar lo mejor de nosotros, pero ojo, también lo peor, o, mejor dicho, tiene la capacidad de hacernos poner conciencia sobre lo peor. Es lo que nos pasa a veces con la meditación, que, pasadas esas prácticas iniciales que nos metían en un estado de calma tan apacible, más adelante se convierte en una forma de purificación mental y emocional. Los contenidos del subconsciente empiezan entonces a removerse y a brotar espontáneamente, y eso, en ocasiones, molesta, incomoda e incluso duele. La meditación, tarde o temprano, nos pone en contacto con esa parte de nosotros y esas emociones que no queremos ver o que ni siquiera sabemos que existen, y ésta es una de las razones por las que se acaba abandonando la práctica… “ojos que no ven, corazón que no siente”. Por suerte, contamos con la ayuda, una vez más, de nuestras hermosas flores.

“Llevemos siempre en nuestros corazones el júbilo y el agradecimiento al Gran Creador de todas las cosas que, en su amor por nosotros, colocó las plantas en los campos para nuestra curación”

-Edward Bach-

Om Shanti, Shanti, Shanti.

Irene.

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