Cuando las cosas no salen como uno quería

A raíz de una pequeña desilusión con una actividad solidaria que organizamos la semana del Día Internacional del Yoga en Gangadhara, me he puesto a pensar sobre esas ocasiones en las que uno pone su ilusión en un proyecto que al final, por unas cosas o por otras, no acaba de salir adelante.

 

La situación es la siguiente: tienes una idea, inviertes tu tiempo en organizar todos los detalles, y a la hora de ponerlo en marcha, la gente no se apunta, o se apunta muy poca, o peor aún, la gente se apunta pero al final no aparece. Seguro que os suena familiar, en esta ocasión fue una clase, pero puede ser cualquier otra cosa: un curso, un viaje, un taller, o cualquier otro proyecto, incluso una cena con amigos o familiares que hace tiempo que no ves.

¿Y qué nos pasa entonces? Podemos tener un montón de reacciones, pero me aventuro a decir que las más frecuentes son éstas:

  • Caemos en un estado Gentian: la desilusión, la frustración, la tristeza. Tras el disgusto, se le quitan a uno las ganas de volver a organizar nada, se queda triste, apagado.
  • Caemos en un estado Larch: las dudas sobre nuestra propia valía, pensar que no somos lo suficientemente buenos, que no tenemos la capacidad o la formación necesaria, que todavía tenemos mucho que aprender… “A lo mejor es que yo no valgo para esto”.
  • Caemos en un estado Holly: la rabieta. Nos enfadamos con nosotros mismos, nos enfadamos con la gente que se apuntó y nos dejó colgados, nos enfadamos con la gente que ni siquiera se apuntó. Podemos sumarle la crítica del tipo Beech: “qué gente más impresentable”, “las cosas no se hacen así”…
  • Caemos en un estado Pine: la culpabilidad. Todos estos estados anteriores se pueden ver agravados por el sentimiento de culpabilidad, el “Si es que no tuve en cuenta esto o lo otro”, “No lo hice todo lo bien que lo podía haber hecho”…
  • Caemos en un estado Impatiens/White Chestnut: nos obsesionamos con lo que ha ocurrido y nos ponemos nerviosos, nos aceleramos, tenemos un aluvión de ideas que nos inunda y embota la mente, un montón de explicaciones sobre lo que ha ocurrido que no nos deja dormir, que nos impide prestarle atención a otra cosa… También puede suceder que se nos empiecen a ocurrir un montón de ideas para un próximo evento, estudiamos todos los pormenores, buscamos constantemente la mejor forma de resarcirnos ante el fracaso anterior.

Karma Yoga

Sin duda las esencias florales en estas circunstancias nos pueden aportar una buena dosis de alivio, pero también quiero hablaros aquí del Karma Yoga, el Yoga de la acción con desapego, uno de los cuatro senderos del Yoga.

Para el Karma Yoga, la acción desinteresada es una de las vías para alcanzar la iluminación, aunque en este contexto prefiero hablar de “autorrealización”. Un Karma yogui no realiza sus acciones buscando los frutos, sino que lo hace por la mera satisfacción de hacerlas, y ahí encuentra la virtud. Desapégate de los resultados, planta tu semilla y deja que germine a su ritmo, con confianza en la vida, porque ésa es la naturaleza de las semillas: germinar, crecer y florecer. Con esto no quiero decir que da igual que lo intentemos o no, que caigamos en la desidia. Con esto quiero decir que tenemos que tratar de darlo todo al plantar la semilla, pero después hay que dejar que las cosas sigan su curso natural, y lo que tenga que ser, será. Una cosa es plantar una semilla, colocar la maceta de la forma que mejor le dé la luz, regar y cuidar la plantita con amor y esperar a que salgan las flores, y otra muy diferente es hacer esto mismo obsesionados con la idea de si saldrá o no, de cuándo crecerá, cuándo le saldrán las flores, qué pensarán nuestros vecinos de nuestra planta, cambiarla de sitio cada día porque el lugar en el que está puede no ser el más adecuado… Volviendo a las esencias florales, hablar de desapego me obliga a incluir en la fórmula unas gotitas de Chicory, máxime si caemos en la actitud victimista.

Para terminar, os dejo unos slokas del Bhagavad Guita que hablan del desapego y que me parecen verdaderamente interesantes:

3.25. Al igual que el ignorante ejecuta sus acciones apegado al resultado de ellas, el sabio trabaja desinteresadamente para el bien de toda la humanidad.

3.26. El sabio no debe confundir la mente de los ignorantes que actúan apegados al resultado de sus acciones; más bien, debe ejecutar sus acciones con desapego y devoción y así estimularlos a que hagan lo mismo.

3.34. El odio y la ansiedad por las cosas de este mundo provienen de la naturaleza inferior del hombre. Malo es caer bajo estas dos influencias, pues son los dos enemigos del que recorre este camino.

4.20. Un hombre tal que ha renunciado al fruto de sus acciones, está siempre contento y libre de toda dependencia; y aunque interviene en la acción, él no actúa.

4.22. Se contenta con cualquier cosa que el destino le depara, pues está más allá de la dualidad de este mundo. Se muestra íntegro tanto en el éxito como en el fracaso, sin ningún síntoma de celos. Sus acciones no le atan.

4.23. Esto es liberación: Su mente ha encontrado paz en la sabiduría y está libre de toda atadura, sus obras son actos de amor devocional. Las acciones de un hombre así son puras.

Hari Om Tat Sat,

Om Shanti, Shanti, Shanti.

Irene.

 

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