Meditar en casa, la principal herramienta para serenarte.

Sin duda, una de las mejores herramientas para llevar una vida más serena, menos reactiva y más equilibrada es la meditación. Y es que esos minutos que dedicamos a meditar (o a intentarlo) son realmente beneficiosos no solo para nuestro cerebro (cada vez hay más estudios que lo demuestran) sino para para nuestra salud integral, ya que, o bien entramos en un estado de calma significativo, o, si no (que a veces también pasa) al menos obtenemos un aprendizaje que, sin duda, contribuirá a mejorar nuestra calidad de vida.

Si no sabes lo que es la meditación o quieres «aprender» a meditar para poder hacerlo en tu casa cuando quieras sin tener que ir a un centro donde te guíen y te expliquen qué es y qué no es, te invito a que leas este post. Hoy no voy a entrar a definir qué es ni a explicar técnicas, simplemente me voy a centrar en hablar sobre qué NO es la meditación, para intentar aclarar términos y quitarnos ideas equivocadas de la cabeza, por si lo que necesitas son unas pautas básicas que te ayuden a practicar en casa.

Meditar no es esforzarte por dejar la mente en blanco

Éste me parece el mito más generalizado. Pensamos que meditar es dejar la mente en blanco, y claro, eso se nos hace dificilísimo porque tenemos muchísimo ruido mental y lo pasamos mal intentando apaciguarlo, eso si la simple idea de intentarlo no nos echa para atrás. Pues no, no es eso. La naturaleza de la mente es pensar y procesar información, analizar, sintetizar, catalogar… Es imposible (al menos por ahora) parar eso. Es como pedirle al corazón que deje de bombear sangre o pretender que los pulmones no respiren.

La meditación no consiste en parar los pensamientos sino en observarlos. Observar el flujo de pensamientos y de procesos mentales, pero ojo, sin entrar a divagar, sin quedarte enganchada en ellos y darles bola. Imagina que estás sentada en una estación observando cómo pasan los trenes. Estás ahí, tranquilamente, viene un tren, lo oyes llegar, lo ves pasar, y se va y le dejas irse. Y así haces con todos. No te quedas pensando sobre el tren, los pasajeros, adonde va, si está sucio o limpio, si es más nuevo o más viejo… No, eso te da igual. Llega, lo observas, se va. Pues con la mente haces lo mismo: llega un pensamiento, lo observas, lo dejas ir… llega otro pensamiento, lo observas, lo dejas ir… Y así.

Claro que en algunas ocasiones te engancharás al pensamiento de turno, le darás bola y te quedarás ahí pillada con él, pero en el momento que te das cuenta de que te has dejado arrastrar, o dejas ir. ¿A que ahora te parece más sencillo?

Meditar no es reflexionar, ni visualizar, ni es una relajación guiada

Esta es otra confusión bastante frecuente entre personas que oyen hablar la primera vez de meditación. En occidente hemos adoptado el concepto de meditar como sinónimo de reflexionar sobre algo, y es cierto que es correcto con el diccionario en la mano, pero cuando hablamos de meditación no nos referimos a esto.

También es muy frecuente confundir la meditación con prácticas de relajación y visualización guiadas, y por eso hablamos de meditaciones para esto y para lo otro, y encontramos webs y videos con infinidad de meditaciones que nos invitan a imaginar cosas, que no dejan de ser una práctica recreativa para relajarse y entretenerse, y están muy bien, pero que no son exactamente la práctica que aborda y promueve el Yoga. Y no, no meditamos con música, meditamos en el silencio más absoluto que podamos (obviamente contra los ruidos externos no podemos hacer nada, el tráfico, el perro del vecino que ladra, la lavadora que se pone a centrifugar…)

Sí que puedes ponerte una grabación de una práctica guiada (yo misma ofrezco meditaciones guiadas también), pero teniendo en cuenta que son eso, una guía, una secuencia de pautas que te ayudan a empezar a lograr más silencio, más concentración y más quietud mental, o para indicarte cómo abrir tu atención a todo lo que te rodea, por ejemplo. Una cosa es un audio que te guíe para ayudarte a aproximarte a ese estado de silencio, y otra cosa son las prácticas que te proponen más cosas que hacer con la mente («visualiza que entras en un bosque, y hay un lago, y te sumerges, etc etc»). Al final, cuando pases la primera fase de necesitar guía, lo suyo es que sueltes las grabaciones y te sientes en silencio, tú contigo misma, sin más.

También encontrarás con prácticas como el Yoga Nidra en las que una parte es una visualización, pero estas prácticas tienen un objetivo concreto que escapa al propósito de la meditación de la que hablamos ahora.

Meditar no siempre es algo placentero ni relajante

Esto igual te sorprende, pero el objetivo de la meditación no es que te relajes ni que estés tranquila y en paz, sino que te des cuenta de lo que hay y de lo que es. Digamos que es como dejar de agitar el agua para que puedas ver lo que hay en el fondo del vaso. Sí es cierto que, a largo plazo, gracias a la meditación vas a conseguir un estado de mayor serenidad, equilibro y no-reactividad, pero eso no quiere decir (y de hecho, no es deseable) que sesión tras sesión de meditación siempre acabes en paz y relajada.

La meditación, como decía, implica parar para ver, para observar, para darte cuenta, para poner atención y conciencia. Esto quiere decir que si lo que hay ahí es una ansiedad de caballo, lo que va a salir cuando pares a observar es ansiedad de caballo; si lo que hay es desesperación, cuando pares vas a observar esa desesperación, la vas a hacer consciente, o la rabia, o la tristeza, o la frustración, o el conflicto… y eso, amiga, no siempre es placentero de ver.

Por eso mucha gente abandona, por eso a veces te sientas a meditar y cuando te levantas estás más removida que al principio, y por eso te da aversión volver a intentarlo. La meditación te da la oportunidad de sacar a la luz todo eso que no quieres ver y que vas tapando con preocupaciones y actividades que desvían tu atención hacia otro lugar, porque ponerla ahí puede ser doloroso.

Pero también te digo que darte cuenta de lo que hay es un paso previo imprescindible para el crecimiento y para la sanación. ¿Cómo voy yo a superar mis frustraciones si no tengo ni idea de cuán frustrada estoy? ¿Cómo voy a resolver y superar mi tristeza si no me permito que aflore ni me permito experimentarla? Cuando tienes una gotera en casa, ¿qué es lo primero que hace el fontanero? Ver dónde está la fuga para poder arreglarla, ¿no? Pues esto es lo mismo. Si te sientes mal, si no eres feliz, si tienes ansiedad, insatisfacción, inquietud, nerviosismo… ¿cómo vas a arreglarlo si no sabes ni de dónde sale? Pues eso es lo que te ofrece la meditación, la oportunidad de verlo y de que te des cuenta de si es algo que puedes gestionar tú sola o si necesitas ayuda externa (profesional o no).

Meditar no implica formar parte de una religión o secta

Esto, que puede parecer una tontuna, lo quiero dejar claro, porque me he encontrado con personas que cuando les hablas de meditación, piensan que estás en una secta o algo parecido, y que te vistes de blanco en un corrillo y cantas oooooommmm al tuntún.

No, meditar es algo tan básico como respirar. No tiene nada de esotérico que te tomes unos minutos al día (desde 1 minuto hasta varias horas si quieres y puedes) para entrar en contacto contigo, para estar en silencio, sentir el flujo de tu respiración, sentir tu cuerpo, observar tus emociones, tus pensamientos… No implica que formes parte de ningún grupo ni de ninguna religión, no implica que tengas que ser vegetariana ni vestir de determinada forma, ni cambiar de hábitos ni de amistades ni nada de nada.

Es cierto que hay un tipo de meditación en el que se usan mantras, que son palabras o frases, normalmente en sánscrito, que te ayudan a concentrarte y a llegar a ciertos estados de conciencia. Pero esto es una técnica más, como tantas otras, y no quiere decir que por narices tú en tu casa tengas que cantar Om Namah Shivaia ni bailar el Hare Krishna ni nada de eso.

El único compromiso que tienes es contigo misma, con nadie más. Y esto es lo que obtienes al practicar la meditación, sentarte contigo para conocerte, para sentirte, para Ser. Nada más.

Meditar no requiere sentarte en la postura del Loto

Otra cosa que me hace un poco de gracia es que asociamos la meditación con la postura del Loto, cuando esta es una postura bastante avanzada que requiere cierta práctica para que la puedas mantener, y desde luego que no es un requisito ni una necesidad. Tampoco tienes que sentarte en el suelo, o gastarte nosecuantos euros en un zafu (cojín) o en un banco de meditación. No no, nada de eso.

Puedes practicar la meditación sentada en una silla si quieres. Lo único que te recomiendo es que tengas la espalda erguida, y que preferiblemente no te tumbes si estás muy cansada, para no dormirte. No tienes que hacer mudras con las manos (juntar índices y pulgares es el más famoso), ni sobre-estirar los brazos, ni sacar pecho, ni nada de eso. Deja a un lado las fotos de Instagram de Fulanito sentado en loto en una roca con toda la montaña de fondo y adáptate a tu realidad. Simplifica.

Sencillamente, siéntate en una postura cómoda pero erguida, estable, que te permita mantenerte inmóvil durante todo el tiempo que hayas decidido practicar. Apoya las plantas de los pies en el suelo si estás en una silla, o las nalgas y las rodillas si estás en el cojín. Si lo necesitas, coloca un par de cojines o de mantas enrolladas debajo de los muslos para que no te queden las rodillas en el aire sin apoyo (te pueden acabar doliendo las propias rodillas o las caderas y las ingles). Puedes ponerte una alarma para olvidarte del reloj, y listo. Que la postura no sea una barrera para que practiques, porque ya nos ponemos bastante impedimentos y excusas como para añadir más.

¿Lista para empezar a meditar? Espero que estas pautas te ayuden a quitar prejuicios sobre la meditación y que la pruebes. Te dejo aquí una pequeña muestra de lo que sería una práctica breve de meditación, espero que te guste y me cuentes qué tal te ha ido.

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